6. La del quinto piso
12:34 | | 0 Comments
¿Qué pasaría si durante todo un día los hombres alrededor del mundo fueran incapaces de mentirle a la mujer?
Así es. Nadie sabe aún dónde ni como se originó esto. Lo único certero es que durante las próximas veinticuatro horas ningún hombre en el planeta será capaz de mentirle a una mujer ni de ocultar sus sentimientos. ¿Sobrevivirá la humanidad? Acompaña a Mayra y Jonathan cada segundo de este nefasto día. ¿Sobrevivirán ellos?...
No te olvides de realizar la encuesta de hoy!!! y compartir el blogg.
Mis agradecimientos a quienes me siguen (en especial a mi primita a quien exploto ^^), a mi "traductor oficial" del pensamiento masculino (qué haría yo sin tu labia), a mi "correctora desaparecida" (insisto, ¿dónde estás?) y a mi propio Alex que me apoya cada día para seguir escribiendo. ^^
0:33 | | 1 Comments
5. Sin hielo y puro
- ¿Me vas a contar? – preguntó Mayra.
Horas atrás habían ido a bailar a una discoteca conocida de la Calle de las Pizzas. Era el lugar favorito de Jonathan. No fueron solos por supuesto. Nunca lo hacían. Era algo aburrido ir solamente los dos. Ya lo habían intentado pero luego de un rato siempre volvían cada uno a su casa. Esta vez los acompañó Angie, Sebastían y una muchacha pequeña y menuda. Su nombre era Carol. Había sido enamorada de Jonathan cuando estuvieron en el colegio. Un amor de esos que sabes que van a acabar, como todas las cosas en este mundo. Rompieron por alguna pelea tonta que ninguno de los dos lograba recordar ahora luego de tantos años. Fue algo tan insignificante que cuando terminaron la secundaria volvieron a salir un par de veces como amigos. Se encontraron años luego en el mismo instituto.
En el departamento de Mayra, Jonathan bebía una cerveza con su mejor amiga. Habían dejado en la cama a Angie. Ella no podía aguantar más el sueño. Pero antes de acurrucarla, dejaron en la puerta de su departamento a Carol. Ella decidió alquilar dos cuadras más allá de donde vivía Mayra. Se hizo amiga de ella sin saber que era la misma Mayra de la cual Jonathan hablaba todo el tiempo. Luego vendrían las risas por la curiosa coincidencia. Algo muy natural.
- ¿Qué quieres que te cuente?
- Nunca me dijiste qué pasó exactamente. Tú sabes..., con la mamá de Carol.
Jonathan sacó una caja de cigarros de su bolsillo izquierdo. Encendió uno y fumó. El humo proveniente de sus labios le daba un aire de misterio a la situación. Mayra rio coqueta.
- ¿Qué quieres saber?
- Detalles. ¡Obvio!
- Eres una morbosa. Enferma.
Mayra volvió a sonreír con malicia. Se mordió el labio inferior y le levantó una ceja.
Jonathan dio un suspiro largo. Miró a la chica que le coqueteaba frente a él con descaro.
- Su papá falleció un año antes que estuviéramos - empezó a contar mientras se estiraba en el sillón - pero a causa de su fallecimiento nuestra relación como que comenzó.
Volvió a fumar y continuó.
- La cosa…, ya sabes como es…, eso de yo te cuido, yo te consuelo, necesito desahogo etc., etc.
El etcétera lo podía imaginar muy bien. Ella misma lo había vivido cuando empezaron a salir. Su depresión y deseos de morir habían pasado meses antes de que conociera al chico frente a ella.
- Al año estuvimos. La mamá ya estaba separada del papá, pero de igual forma le chocó un poco. Mi amiga se fue a vivir con su mamá.
- ¿Vivía con su papá? – lo interrumpió Mayra.
- Sí. Cuando tienes una vieja así, pues obvio eliges ir con tu viejo.
Mayra iba a decir algo, pero prefirió callar. Sabía que Jonathan no hablaba por hablar.
- Y bueno yo llegaba a la casa y normalmente me quedaba a dormir y ,bueno , era obvio que pasaban cosas a veces. Juegos. Toqueteo esas cosas, ya sabes.
Él la miró de reojo. - ¿Quieres que te cuente que hacíamos?
- Más tarde. – contestó la chica y le quitó el cigarro. Mayra no fumaba muy a menudo. Lo hacía solo cuando había bebido lo suficiente para que su conciencia no la fastidiara.
- El caso es que…, en una de esas noches me di cuenta que la tía, que muy aparte no estaba nada mal, se cuidaba… - Jonathan hizo una mueca de recordar algo delicioso - la tía nos miraba desde la cocina pero no decía nada. Mi enamorada en ese momento no se dió cuenta que su mamá estaba ahí, porque yo le estaba haciendo unas cosas con la lengua, ya sabes donde y ella trataba de no gemir muy fuerte. Pero la tía nos veía. Yo me hice el que no la vi y ya después de un rato me volví a verla y ella no estaba.Cuando ya me iba a despedir, la señora me regala un “Adams” y me dice “para el sabor” y se rió.
Mayra soltó una carcajada. Jonathan le hizo una seña de silencio mirando a la habitación donde Angie dormía.
- “Sorry”, sigue.
- Yo me arroché. Pero bueno…, las cosas siguieron normal. Hasta un día que llegue y mi enamorada había salido, pero sabía que no demoraría. Su mamá me invitó a la sala. Yo acepté normal. - El muchacho estiró los brazos y los llevó hacia detrás de su cabeza en una postura muy relajada. - Cuando se sentó yo pensé que bueno era hora de hablar y que me diría que eso estaba mal y bla, bla, bla… Ya bueno la cosa siguió de lo más normal
Ella y yo sentados y me dijo “¿Has tomado alguna ves? Era obvio que sí, pero me ofreció un whisky. Yo todo macho y haciéndome el que sabía que hacía le dije “Sin hielo y puro”
Los dos chicos se rieron. Mayra le devolvió el cigarro. Él la miraba fijamente a los ojos. La estaba seduciendo con la mirada. “Sigue, sigue”, dijo la muchacha, escapando de esos ojos de rapaz.
- Nunca había tomado eso, pero bueno, me dijo “me disculparas pero yo lo tomo así también”. Se sentó y recuerdo muy bien que llevaba una falda y una blusa negra que dejaba ver su brasier que era igual de negro. Ella estaba con el cabello mojado como si recién se hubiera bañado. Se sentó delante de mí pero con las piernas abiertas y era imposible ver que no llevaba bragas. ¿Sabes que es braga? – Mayra asintió.- No quería decir la otra palabra. Me quede tratando de no ver pero como sabes esas cosas no se pueden evitar fácilmente. Un toque – Jontahan volvió a fumar - Ya OK. Bueno el chiste es que yo no podía evitar no mirar y se me paró. Me dijo “¿tienes algún problema? y yo le dije “Sí señora, lo que pasa es que sé que vio el otro día y creo le debo una disculpa.
Me quedó mirando y dijo “bebe” yo entendí el mensaje y tome del whisky. Pero me dijo “no de ahí”. Se levantó y se subió la falda. No te imaginas como me puse – el chico dio una pausa larga y miró a su amiga sentada con un aspecto ansioso. – Sí, así como tu. – Ambos se rieron una vez más.
- Ya la cosa es que yo dije “pero señora…” y me dijo “Si me haces lo que haces con mi hija te dejare en paz. Si me haces algo más imaginitavo tendrás dos cosas que preocuparte.” yo agarre y le dije “pero estoy con su hija” – Volteó a ver a Mayra.
- ¿Qué crees que me dijo?
Mayra se quedó callada. No podía decir nada. Su mente estaba al máximo imaginando cada detalle.
- Dijo: “Nadie, ni ella tiene que saberlo”. Se arrodillo, me quitó el vaso de la mano y me hizo uno de los mejores orales que jamás he probado. Ese fue mi primer 69.
Hizo una pausa abrupta. Mayra miraba el suelo, algo decepcionada. Él sabía de qué se trataba. Durante el tiempo que ellos andaban juntos de juerga en juerga, la mente retorcida de su amiga funcionaba de tal forma que lo único que ella escuchó fue: “me hizo un oral mucho mejor que el tuyo”.
- Tú sabes que lo haces bien. Muy bien. – Habló el chico – La situación quizá lo hizo más “hot”. Pero tú sabes que me encanta lo que haces. – Mayra lo vio con ojos de deseo. – ¿Tienes ganas? , preguntó el chico. Ella se levantó del sofá y se dirigió hacia él. La historia la había excitado demasiado. Le quitó la cerveza en lata y puso su rostro tan cerca a la de él que ambos podían sentir la respiración del otro. Miró hacia el pantalón abultado de su amigo.
- ¿Y tú?, ¿quieres?, le dijo.
- Yo sí. Tú sabes que me dejo hacer lo que quieras…
La chica lo miró, cerro los ojos y le dio un beso en la frente.
- Estoy cansada. Otro día, ¿si? Voy a dormir con Angie.
- Eso me parece mucho más interesante.
- Eres un morboso. Enfermo.
Se rieron los dos y al instante se sacaron la lengua el uno al otro simultáneamente.
La puerta rugió una vez más.
- ¡Abre la maldita puerta, Mayra! , gritaba Carol desde el otro lado.
Angie fue la que obedeció. “Ya fuiste, Jonathan” se le escuchó decir. Entonces muchas cosas pasaron a la vez. Jonathan saltó despavorido por sobre el sillón de la sala en dirección al balcón mientras la puerta se iba abriendo. Mayra soltó un grito “¡Es un cuarto piso, Jonathan!” y se dirigió rápidamente detrás del chico aterrado. Carol ya estaba dentro.
El muchacho pareció no oír la advertencia. Su cuerpo andaba delante de lo que su mente podía reaccionar. Quería huir, quería escapar como sea. Nada podía impedírselo. Nada. O bueno, casi nada. Un fuerte golpe se oyó, como si algo se hubiese roto y Jonathan sintió un tremendo dolor en su nariz una vez más. Había olvidado el ventanal que separa el balcón de la sala y se había golpeado contra el. Atontado, cayó al suelo.
Las tres chicas se quedaron inmóviles por un momento. Luego Angie empezó a matarse de la risa.
- ¡Qué huevón que eres!- grito entre risa y risa.
Mayra y Carol voltearon a verla y luego se miraron la una a la otra. Una aterrada, la otra furiosa. Dos segundos pasaron y ambas fueron hacia el joven tumbado en el piso, retorciéndose de dolor. Mayra lo ayudó a sentarse mientras él se sobaba la cabeza y la nariz. Le costaba respirar, ninguno sabía si era por el golpe o por el hecho de que sabía lo que iba a pasar en los siguientes minutos.
La muchacha menuda y pequeña lo miró por un momento. Él le devolvió la mirada y se levantó obviando la ayuda de Mayra. Hubo otro silencio.
- Sólo tengo una pregunta, dijo Carol al fin.
Jonathan suspiró
- ¿Te cogiste o no a mi mamá? – La voz de la chica sonaba ahora cortada. Se notaba que le costaba hacer tamaña pregunta. Tragó saliva.
El chico la miró una vez más. Tomo aire y contestó sin poder evitarlo.
- Sí.
Muchas sensaciones llenaron el rsotro de Carol. Había dolor, tristeza, decepción y rabia. Mucha rabia. De pronto una desolación la invadió y por un instante todos pensaron que lloraría. Al final, fue la rabia quien ganó. Su diminuto cuerpo pareció de otro planeta. Respiró hondo. Decidida, empezó el ataque de furia. Sus dedos se tensionaron y se abalanzó sobre el muchacho clavandole las uñas en cada espacio de su rostro. El chico se tambaleo y cayó al suelo una vez. La bestía estaba desatada. ¡Cómo… pudiste… hacer…eso! Gritaba el demonio disfrazado de mujer y con cada arañazo una palabra salía de sus labios. ¡Eres… un… hijo… de… perra! Jonathan no reaccionaba. Trataba inútilmente de detenerla. Pero por algún motivo el cuerpo de la pequeña mujer parecía pesar igual que un obrero de construcción.
- ¡Carajo! ¡Cálmate! - Se le oyó decir al chico, quien ya no sentía el rostro.
Mayra estaba muy quieta. No tenía idea de que hacer. No sabía si debía intervenir. “me puede sacar un ojo”, pensó.
- ¡Eres… una… mierda! – Continuó Carol - ¡Estabas… conmigo! ¡Te odio!
Entonces Mayra reaccionó. Agarró de un brazo a la mujer descontrolada y trató de empujarla hacia atrás. Fue imposible. La fuerza descomunal que salía de la muchacha era para no creerlo.
- ¡Ayúdame! Le gritó a Angie.
Ella volteó los ojos y se acercó al lugar de la pelea lentamente. Ambas mujeres cogieron con todas sus fuerzas a Carol.
- ¡Suéltenme! ¡Suéltenme! ¡Lo voy a matar! , gritaba la chica.
Cuando lograron separarla del cuerpo de Jonathan ella estaba totalmente roja. Su rostro color tomate daba la impresión de estar poseído. Mayra la tomó por los hombros.
- ¡Cálmate!, le gritó.
- ¡¿Cómo quieres que me calme?!
- ¡No lo sé!
Jonathan se levantó del piso. La cara llena de arañazos y ensangrentada. Las uñas de Carol habían calado profundo. Se derrumbó de dolor en el sofá. Mayra miró a Angie pidiendo ayuda una vez más. La chica tomó el lugar de Mayra quien se acerco a lo que quedaba de su amigo. Carol estaba tan agitada que su respiración podía escucharse por toda la sala.
- Vamos al baño a que te laves la cara - le dijo Mayra al chico casi moribundo - Hay que limpiarte a ver que tan grave es.
El muchacho se levantó apoyándose en el hombro derecho de ella. Caminaron lentamente mientras las dos mujeres los miraban. Cuando estaban cerca de la puerta del baño, Carol habló una vez más, rompiendo su palabra.
- ¿Sólo fue una vez?, dijo en voz alta.
Jonathan paró en seco. Vio a su mejor amiga directamente a los ojos con una mirada de súplica y ella entendió todo. Esta vez Carol lo iba a matar.
- Muchas veces, empezó el muchacho. Se quedó callado y luego respiró para volver a hablar. - Lo hicimos casi unas diez veces.
Silencio sepulcral. Angie soltó a la fiera con una sonrisa diabólica. La diminuta chiquilla voló por la sala en busca de su nuevo objetivo. Mucho más por debajo del rostro y a un alcance lo suficiente accesible para ella. Clavó las garras en la entrepierna de Jonathan. Un aullido como de un animal herido se escuchó y otra vez el joven cayó al suelo arrodillado del dolor.
21:07 | | 5 Comments
Tu aporte
¿Cómo te imaginas a Mayra?
¿Cómo te imaginas a Jonathan?
Ayúdame a describirlos físicamente!!!!!! Gracias ^^
20:15 | | 1 Comments
4. Ya fuíste, Jonathan
Mayra tocó la puerta por tercera vez.
- Jonathan, ¿estás bien?- preguntó también por tercera vez.
Dentro del baño, un joven sentado en el borde de la tina miraba el suelo sin pestañar. Tenía ambas manos tapando sus orejas con el temor de escuchar lo que la mujer al otro lado de la puerta podría estar preguntándole. Pero eso era lo de menos. Su miedo a lo que pudiera estar preguntando era nada en comparación a todo cuanto estaba pasando por su mente. Pequeños recuerdos invadían su cabeza, uno más aterrador que el otro. Cada vez que trataba de dejar de recordar, algún otro trozo de memoria se incrustaba amenazante.
- ¿Qué le pasa?- Mayra tenía el rostro lleno de preocupación. No sólo tenía que lidiar con el hecho que su novio estaba al otro lado del mundo, lejos de ella, en esta situación incomprensible, sino que además su mejor amigo estaba encerrado en el baño de su departamento sin querer salir - ¿Se chocaron o algo así?
Angie miró a su mejor amiga impaciente. Siempre había odiado la forma en que Mayra se preocupaba por Jonathan. Para ella, esa amistad estaba basada en una mentira. Abrió la boca lista para decir algo, pero cambió de opinión. De impaciente e irritada a confundida e inquietada.
- La verdad es que no lo sé – mintió – Veníamos en el carro y de repente empezó a hacer eso, como si estuviera en shock o algo así. Creo que está muy asustado. Deberíamos hacer que salga. Puede estar haciendo cualquier cosa allá dentro.
Mayra tocó por cuarta vez, sin dejar de mirar a la chica frente a ella.
- Jonathan, ábreme la puerta.
Cinco segundos de silencio.
- Creo que deberías usar la llave – sugirió Angie.
- No lo sé. Él no es de hacer estas cosas... ¿Estás segura que nada pasó?
- Sip – dijo Angie con toda la seguridad del mundo – Creo que está muy nervioso con todo esto.
- ¿Tú estás bien?
- Sí…, no te preocupes, estoy muy bien. Creo que nunca me he sentido mejor. Deberías usar la llave.
Mayra corrió a su habitación, mientras su amiga la miraba satisfecha. Tomó las llaves del baño y volvió a la puerta. Tocó por última vez.
- Jonathan ¡Voy a entrar! ¿Está bien?
Angie alzó una ceja con aire triunfante. Pensaba en tantas cosas que Jonathan podría decir. “Al fin, la verdad”, pensó. Vio a Mayra cogiendo la llave, apunto de usarla.
Entonces, la puerta se abrió. El chico dentro observó a la chica atemorizada frente a él. Dio un largo suspiro. “Siempre se preocupa por mi, ¿Porqué siempre se preocupa por mi?”
- No puedo mentir.- dijo al fin.
Mayra se quedó callada por un instante. - ¿Perdón?, preguntó.
- No puedo mentir. Ningún hombre puede. No tengo idea qué está pasando pero ahora tengo miedo de estar aquí porque sé que voy a tener que decirte todo en lo que te he mentido y no tengo idea de cómo vas a reaccionar.
- ¿Cómo? – La chica no lograba entender nada.
Jonathan volvió a suspirar. La miró y una vez más, corrió. Se encerró esta vez en la habitación de su mejor amiga.
- ¿Qué carajo le pasa?
- Está diciendo la verdad- suspiró Angie- Realmente no puede mentir, al parecer ningún hombre puede. Por eso es que el idiota de Marcos me dijo eso.
Mayra miró incrédula a su amiga. Nada de lo que había dicho tenía sentido, No era posible. Sin embargo, la imagen del esposo respetuoso y caballero del piso de arriba atacado por su mujer la golpeó como una revelación.
- ¿No pueden mentir?- preguntó casi temblando.
- Así es - Angie alzó ambas cejas y dio una media sonrisa – No tengo idea que ha pasado pero es toda la verdad. No tienes idea lo que está pasando allá fuera. La gente está por todo lado. ¡Casi atropellan a un señor a la hora que veníamos del Ovalo!
Las palabras de Angie sonaban como un eco lejano para Mayra. Durante un minuto pensó estar soñando. Creyó que seguía aún en su cama y que en algún momento despertaría para empezar su día ya programado. Aquel domingo iba a cocinar un postre para Alex. Iría por unas velas y ordenaría la sala de forma romántica. Una semana lejos del ser al que más amaba había sido demasiado reto para ella. “Alex”, pensó. “Mi Alex está lejos, puede haberle pasado cualquier cosa. No hay comunicación, no tiene como llamar, como escribir. ¿Y si le pasó algo? De pronto, despertó, Sintió como una fuerza extraña movía su cuerpo inerte.
- ¡Mayra!, ¡Mayra! Reacciona.- Angie la sacudía por ambos hombros. – Estás temblando.
Las dos chicas se miraron. Una horrorizada, la otra perdida en sus pensamientos. Un largo suspiro salió de los labios de la chica ida. Recordó a Jonathan entonces. Juntó ambas cejas y se dirigió a la puerta de su habitación.
- ¿No está cerrada? – Oyó a su amiga preguntar.
- No - dijo mientras abría la puerta. Jonathan estaba mirando un poster pegado a la pared blanca del cuarto – La cerradura no funciona desde hace meses.
El muchacho se volvió a verlas. Luego simplemente, habló:
- No puedo evitar decir lo que estoy pensando. Y la huevona de tu amiga me hizo recordar todas las “weadas” que te he dicho. Todo lo q te dije fue puro floro. Fueron “weadas” “nomas”. Yo solo quería tirar contigo hasta que pasó lo del cine y de ahí tú conociste al huevón de Alex y ¡puta madre! Como me jodió eso que me dijeras que ya no querías “tirar” conmigo, que le ibas a ser fiel y tanta cosa. Y ¡naa! Pues, mira la verdad es que yo solo quería tirar contigo... nada más...yo no quería estar contigo… Yo tenía flaca en otro lado, pero tenía ganas de cachar “nomas” y la otra “weona” estaba lejos.
Hubo otro silencio interminable. Jonathan posó sus ojos sobre Mayra. Se veía tranquila. Algo molesta, pero calmada. Ella respiró hondo “Voy a poner a hervir agua”, dijo y fue en dirección a la cocina. Angie vio como su amiga cruzaba el comedor. Esa victoria que estaba esperando desde que tocó la puerta del departamento se convirtió de repente en un sentimiento de culpa. Dio una ojeada de arriba abajo al muchacho que se encontraba aún dentro de la habitación. Una última mirada despectiva y salió tras los pasos de Mayra, quien ya había encendido la tetera.
Jonathan volvió a ver el poster. Era una promoción de una película de acción que fue popular hace cinco años. Él había ido a verla junto con Mayra. La sala de cine estaba casi vacía así que se sentaron al fondo con una complicidad en querer cumplir una fantasía de hacerlo en un lugar público. Cuando las luces se apagaron, él la besó apasionadamente y empezaron a acariciarse sin control.
- Tráeme las tazas que están sobra la cómoda – dijo Mayra desde la puerta del cuarto. Su entrada distrajo los pensamientos del chico. Entonces ella pasó la mirada del póster a su amigo y viceversa. El muchacho habló:
- No había “cogido” con nadie desde la última vez que lo hice contigo, antes de ese día. Te dije que sí había tenido sexo dos semanas atrás, pero era mentira. No lo había hecho con nadie después de ti. Por eso me vine al ttoque.
Ambos se miraron un instante. Ella recordó. En el cine, luego de los besos, caricias, gemidos en silencio y el sexo oral que tanto le gustaba a ambos, Jonathan se colocó el preservativo listo para cumplirle la tan dichosa fantasía a Mayra. Ella sintió como él estaba dentro de ella. De pronto hubo un silencio extraó. ella trato de moverse pero él la detuvo. "?Qué pasa?", preguntó la chica. "Que ya me vine", respondió Jonathan. El rostro de de la muchacha se lleno de una expresión de confusión total. Giro la cabeza y vio a su amigo. Era cierto, el chico había eyaculado al instante en que habia penetrado a Mayra.
De vuelta la realidad, ellos se seguían mirando. Luego pasaría algo a lo que Jonathan estaba muy acostumbrado. Mayra estalló en una carcajada burlona. Él se sentó en el borde de la cómoda y ella se le acercó sigilosamente con las manos en los bolsillos del pantalón, siempre mirando el dichoso póster y riéndose de su amigo.
- Lo sabía – dijo la chica cuando estuvo frente a él – O sea, no es que siempre lo hubiese sabido, sino que luego de ese día simplemente lo supe. Era obvio que no lo habías hecho con nadie. Te viniste apenas entraste. ¡ Y estabas con una cara! Cómo si nunca lo hubieras hecho en tu vida. O sea… tú sabes pues… - Siguió riéndose. Él también lo hizo- Cada vez que lo veo – continuó Mayra – me recuerda a ese día.
- Por eso lo tienes ahí, para que te recuerde los malos momentos. Las idioteces que te digo.
Los dos se miraron una vez más. Ella sonrió.
- A veces pienso que me conoces demasiado – dijo la chica.
- Ahora sé que tú a mi también.
Mayra volteó sus labios hacia un lado con una mueca de enfado obligado. “Cómo adoro sus muecas”, pensó el muchacho.
- Muecuda- le dijo.
Ella le sacó la lengua. Casi al instante, él hizo lo mismo. La chica acarició el cabello de su mejor amigo. De repente tres golpes potentes se escucharon en la sala. Los dos jóvenes salieron del cuarto y vieron a Angie aterrada frente a la puerta del departamento. Un nuevo golpe se escuchó.
- ¡Mayra! Sé que estás ahí. Vi el carro de Angie en la cochera.
La adrenalina corrió por las venas de Mayra. Le bastó un instante para reconocer la voz de la mujer al otro lado de la puerta.
- Sé que Jonathan está ahí. ¡¿Dónde más puede estar?! ¡No lo escondas!
Un relámpago de recuerdo en la mente de Mayra: Ella chateando con su mejor amigo. “¿Con quién fue tu primera vez?”, le preguntó. “Con la mamá de mi enamorada de ese entonces”, contestó el chico. “Ay, por favor, no me pongas esa cara”, volvió a escribir Jonathan al ver por WebCam el rostro anonadado de su amiga.
Un recuerdo más: Estaban los dos en una discoteca y él le dijo al oído. “La chica con la que hemos venido hoy. Ella es… la de su mamá… ¿recuerdas?” Mayra vio a la joven que bailaba junto a Angie. “De ahí, seguimos como patas”, siguió Jonathan, “Obvio ella no sabe nada, así que con cuidado”
Tres golpes más y la chica que algún dia de adolescente fue enamorada de Jonathan gritaba:
- ¡Ya sé lo que está pasando! No lo escondas, sólo quiero preguntarle algo.
Mayra volteo hacia Jonathan. Estaba inmóvil. Aterrorizado. Los ojos muy abiertos viendo la puerta de madera. Recordó cada instante en el que perdió la virginidad con la madre de la mujer detrás de la puerta. Luego, una imagen aún peor. Angie frente a la puerta con una sonrisa maquiavélica colocó su mano sobre la perilla y le dijo: “Ya fuiste, Jonathan”.
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